Así lo entiende Alejandro Verón, periodista y cofundador de la Iglesia Maradoniana. “Para demostrar que era imperfecto tuvo miles de defectos como persona, como los tenemos todos”
El periodista Alejandro Verón es cofundador de la Iglesia Maradoniana, un espacio pagano, si se quiere, pero conocido en todo el mundo, de reconocimiento a Diego Armando Maradona. En chalra con “El Primero de La Mañana” por LT8, contó que siente “tristeza, vacío, dolor, incredulidad…. Creí que con tanta fake news había una chance de que no fuera verdad, pero sí”, confesó.
“Yo estaba arriba de un colectivo” en el que volvía desde el Correo Argentino “tras despachar la última tanda de las remeras para los Maradonianos que hicimos para el cumpleaños número 60”, contó Verón, para luego expresar que en medio del dolor, él y los integrantes de esa Iglesia están “con la conciencia tranquila. No es vanidad; es orgullo e inflar el pecho porque esto nació hace 19 años, para homenajearlo en vida. Se dice que los argentinos somos ingratos, porque a Gardel y al Che se empezó a homenajearlos después de que murieron, y no queríamos que con Diego pasara eso”.
Alejandro repasó, visiblemente atravesado por una más que entendible emoción, el día en que le entregó el carnet de miembro de su Iglesia, en ocasión de la inauguración de la tribuna popular “Diego Armando Maradona” del estadio de Newell’s: “el sueño estaba hecho realidad al entregarle el carnet. Me fui al túnel (hacia vestuarios del estadio) y Diego me pegó un cachetazo en la nuca y me preguntó ‘¿Por qué lloras? Disfrutá’ y más tarde me dijo ‘gracias por lo que hicieron. Yo los veía desde Cuba y estuve muy feliz cuando la invitaron a Dalmita a Pizza Banana, porque ella la pasó muy bien”.
Por último, Alejandro hizo su descripción de Maradona: “tuvo el don de ser el mejor con la pelota y el plus de defender la camiseta argentina con un fuego sagrado que nadie tuvo. Fue embajador nuestro en los lugares que te imagines, y para demostrar que era imperfecto tuvo miles de defectos, como vos y yo, pero con la pelota en los pies no hubo ninguno igual”.