La actividad económica sigue muy afectada por el impacto de la cuarentena; la duda que aparece en el horizonte es cuán sustentable y extendido podría ser el rebote. La industria, que había recuperado terreno positivo en septiembre, volvió a caer en octubre.
Tras el catastrófico tiempo de la cuarentena más estricta para la actividad, la economía argentina reaccionó en el tercer trimestre debido a las reaperturas graduales, pero todavía en niveles por debajo del año 2019, período marcado por la recesión y la incertidumbre. Las dudas que aparecen en el horizonte es cuán sustentable y extendido será el rebote. Según el Indec, el PBI cayó un 10,2% interanual.
Pero la foto de julio, agosto y septiembre es una imagen antigua para una montaña rusa como la Argentina. Si bien en esos meses hubo un rebote fundado en el encendido de las máquinas de una economía que se había apagado por completo por la decisión sanitaria del Gobierno para frenar el coronavirus, ya en octubre y noviembre los problemas con el tipo de cambio, las restricciones a las importaciones, y la inflación y los efectos de la cuarentena por el lado de la demanda ponían dudas sobre cuán extendida e intensa podía ser la recuperación.
El producto bruto interno (PBI) fue en el tercer trimestre de $613.801 millones. Se trata de una caída interanual de 10,2%, pero un avance trimestral de 12,8%, según informó el Indec. Todos los componentes de la demanda (consumo privado, público y la inversión) se contrajeron, pero desaceleraron su caída frente al peor trimestre de la historia, el segundo de este año.
El consumo privado cayó 14,7% interanual; la inversión retrocedió un 10,3% y el consumo público se contrajo 6,5%. En la medición sin estacionalidad, el crecimiento fue impulsado por la inversión (42,9% sin estacionalidad), el consumo privado (10,2%) y el público (2,7%). En el frente externo, las exportaciones netas contribuyeron negativamente debido a que cayeron las exportaciones (1,4%) y crecieron las importaciones (10,9%).
Para adelante, la actividad está influenciada por la trinchera cotidiana en la que viven los agentes económicos y los intentos del Gobierno de estabilizar la economía. En ese campo minado aparece burbujas de consumo -construcción e industria automotriz- empujadas por la brecha cambiaria, con sus efectos positivos para la actividad, pero con una temporalidad acotada a esas distorsiones, y con un efecto sobre el abastecimiento y los precios.
Los últimos datos económicos son un espejo de eso. La construcción en octubre estuvo todavía un 0,9% por debajo del mismo período del año pasado, superando el piso prepandemia gracias a un avance mensual de 4,3% disparado por la fuerte demanda de insumos para la construcción gracias a las expectativas de devaluación y las subas de precios. La industria, que había recuperado terreno positivo en septiembre, volvió a caer en octubre.
Apenas conocido el dato oficial, el Ministerio de Economía que conduce Martín Guzmán celebró la “recuperación” de un 12,8% trimestral. En el segundo trimestre la caída había sido de 16%. Por otro lado, la baja interanual, remarcaron en el Palacio de Hacienda, “se redujo a casi la mitad”. El PBI acumula en lo que va del año una caída de -11,8% interanual.
Por oferta, recalcó Economía, crecieron la Intermediación Financiera (4,6% interanual) y Electricidad, gas y agua (2,3% interanual). “Entre los sectores que cayeron, la mayoría desaceleró su tasa de caída respecto al segundo trimestre”, dijeron ceca de Guzmán.
Los servicios con mayor retacción fueron Hoteles y Restaurantes (61,5% interanual) y Otras Actividades de Servicios (53,8%), aunque ambos desaceleraron su caída con relación al segundo trimestre. La construcción cayó 27% interanual (contra un 50,2% el segundo trimestre), mientras que Transporte y Comunicaciones se derrumbó 21,7%) “Se destaca también la fuerte desaceleración de la caída de la Industria (-5,3% interanual contra un 21% en el segundo trimestre) y del Comercio (-2,1% interanual versus -17,3%).
Hay rebote, pero el nivel de actividad no vuelve a los niveles previos”, dijo la directora ejecutiva de la consultora EcoGo, Marina Dal Poggetto, que remarcó como signo positivo que el rebote más importante se observa en la inversión, aunque puso luces amarillas en la caída de las exportaciones. “Esto es propio ya de la brecha cambiaria; de que muchos lo único que están pensando es cómo se sacan los pesos de encima”, agregó y dijo que es necesario seguir ese tema de cerca por el impacto en el frente externo.
Dal Poggetto remarcó que la mejora trimestral está vinculada a la salida de la cuarentena más rigurosa y subrayó el avance de la construcción, claro que desde niveles muy bajos. La economista estimó que el cuarto trimestre mostrará datos positivos, pero probablemente peores que los del tercer trimestre, y que la economía cerrará el año con una retracción más cerca de 10% que del 12%. Para 2021, estima un arrastre, por lo menor, de entre 3% y 4% en el PBI.
“Habrá que ver qué pasa con el Covid. Con la llegada o no de la vacuna, con la dinámica cambiaria y con el acuerdo con el FMI para estabilizar la economía”, afirmó Dal Poggetto.
“El tercer trimestre mostró una mejora de la actividad frente al trimestre anterior, que fue el piso de la crisis, como consecuencia de las reaperturas y las menores restricciones a la producción”, coincidió Agostina Myronec, analista de Ecolatina. “En términos interanuales sigue en rojo. El consumo privado desaceleró su caída, pero sigue en terreno negativo como consecuencia de las pérdidas de trabajo y de poder adquisitivo”, estimó la economista.
Myronec espera que para el cuarto trimestre ese “efecto rebote” pierda fuerza, y que el PBI ralentice su recuperación o se estanque. “En términos desestacionalizados, la demanda interna no mostraría signos de mejora por la aceleración de la inflación que le ponene trabas a la recuperación de los ingresos. Además, la brecha cambiaria desincentiva la inversión y las exportaciones”, indicó lo analista y agregó: “La magnitud del rebote sería transitoria, en el cuarto trimestre perdería fuerza y el cierre del año mostraría una retracción similar a la de 2002, de -10,9% promedio anual. Pensando en 2021, las bajas bases de comparación mostrarían un crecimiento acotado por las presiones cambiarias y el impacto del Covid”.
Fuente Economía La Nación