Todos los meses se producen nuevas resistencias de malezas. Los cambios y nuevos productos no logran atenuarlas.
El director de la Red de Reconocimientos de Malezas Resistentes (REM) de Aapresid, Juan Marsigliani, reconoció que se vive un tiempo muy importante para la agricultura, las industrias semilleras y aquellas proveedoras de insumos para el control de plagas en los cultivos agrícolas.
“Hemos empezado a hablar de otras variables relacionadas a la sustentabilidad. El manejo integrado que era un concepto relegado en el sector, hoy es de gran valor y se junta con una gran responsabilidad, que pasa por la toma de decisiones de los productores” expresó agregando que el futuro de la agricultura cada vez más, depende de la conjunción de varios aspectos.
En este punto, este ingeniero agrónomo y productor de la región de 9 de Julio (Bs. As.), resaltó que la idea de producir cada vez más alimentos, frente a una situación de proliferación y resistencia de malezas, genera la necesidad de una revisión de los procesos, donde la mirada hacia una producción sustentable es vital, desde el punto de vista productivo.
“El desafío para tratar de competir contra las malezas, es integrar gran parte de lo que tiene que ver con los cultivos transgénicos. Más allá del debate que existe, los cultivos transgénicos nos permiten usos eficientes. Su utilización, regular la cantidad del agua, la incorporación de agroquímicos y también lograr plantas más competitivas que puedan estar a la par de las malezas”.
Al mismo tiempo, consideró que la tecnología digital, ha incorporado herramientas que permiten un manejo más preciso utilizando imágenes y equipos de aplicación selectiva. “Hay nuevas generaciones de estas tecnologías que implementaron mejores herramientas y pueden identificar diferentes tipos de cultivos y malezas. El manejo integrado de los campos será un gran avance en estos tiempos donde habrá nuevos productos con un fuerte perfil ambiental”, concluyó reconociendo que han iniciado varias rondas de intercambio y debate para potenciar estos elementos durante la próxima campaña.
Por ahora, el calendario ha marcado un inicio de año complicado, ya que a principios de enero, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, lanzó un alerta roja por la resistencia del Sorgo de Alepo. Esta señal se repitió en otras ocasiones por la resistencia de otra maleza presente en los cultivos de verano como la Rama Negra.
Aapresid, insiste con un manejo integrado de los cultivos en cada campaña, y viene agregando la necesidad de rotar activos herbicidas y en este último lapso, incorporó la idea de un corte de los rizomas del sorgo de Alepo mediante una labor mecánica con cuchillas.
También le pidió a los productores la incorporación de herramientas tecnológicas que permitan una aplicación tecnológica más selectiva de los herbicidas y con impacto solo donde están las malezas. A su vez, reclamó nuevamente por el uso de cultivos más competitivos.
El marco es complicado, esta semana científicos de la Universidad de Arkansas (USA) confirmaron la resistencia de Amaranthus Palmeri a glufosinato de amonio, poniendo de nuevo contra la pared, a las nuevas tecnologías genéticas en semillas. Cultivos de soja y algodón resistentes a herbicidas como glifosato, dicamba y ahora glufosinato, van perdiendo efectividad.
Lo grave es que esa noticia llega desde el norte de América a nuestro país, justo cuando uno de los 4 semilleros más grande del mundo (Stine), anticipó –hace un mes- desde Venado Tuerto el lanzamiento comercial de la soja Enlist (previsto en 2022), con resistencia a este herbicida, además de glifosato y 2,4-D.
Desde la Red de Manejo de Plagas de Aapresid, advirtieron que para no repetir la historia del glifosato en los 90’ es fundamental aplicar, desde ahora, estrategias de manejo integradoras y que apunten al uso criterioso de las herramientas químicas.
En esa línea, la Rem acerca la mirada del especialista en malezas de la facultad de agronomía de Buenos Aires (Fauba) Fernando Oreja, quien explica que “el glufosinato es un herbicida de origen natural producido por una bacteria, de contacto con cierta acción sistémica y que en Argentina está aprobado para su uso en maíz, soja y algodón, cultivos a los que se incorporó el gen de resistencia”.
Lanzado al mercado a inicios de los 90’, el glufosinato de amonio no fue un herbicida muy utilizado hasta que aparecieron las primeras malezas resistentes a glifosato. La presión de selección de este herbicida se acentuó en el 2007 con la aparición de A. Palmeri resistente a glifosato en la zona algodonera del sur de USA, y más aún, con la de genotipos de algodón tolerantes a glufosinato en resistencias apiladas con otros herbicidas, que permitían aplicaciones post emergentes sucesivas para controlar las distintas cohortes de la maleza.
Si bien los biotipos resistentes se detectaron sólo en dos condados de Arkansas, es probable que las tareas de cosecha dispersen la resistencia a otras áreas. También pueden aparecer espontáneamente otros biotipos resistentes ya que la presión de selección sigue siendo alta.
Autor: Leonardo Stringaro