En el Concejo Deliberante de Rosario se sancionará hoy el incremento en las multas a las aplicaciones de transporte público como Uber, que no tienen autorización para funcionar en la ciudad. El monto de las sanciones económicas oscilará entre 130 mil y 300 mil pesos.
Más allá de las opiniones de funcionarios, concejales y otras personas relacionadas con fuerzas políticas, la consultora Isonomía realizó un sondeo entre habitantes de la ciudad para conocer sus pensamientos acerca del advenimiento de estas empresas. El director de la consultora, el licenciado en Ciencia Política Juan Germano, entregó algunos datos y conceptos derivados de esa consulta.
“Es interesante ver cómo cambió la aceptación de la ciudadanía, no a Uber en particular sino a aplicaciones varias. De la desconfianza que existía hace 5 años se pasó a un 84 por ciento de personas que están de acuerdo con el servicio a partir de estas aplicaciones”, destacó. “También es cierto que hay una tendencia a demandar que el Estado regule: el 59 por ciento lo cree así con respecto a las aplicaciones. El argentino medio, como en otras cosas, no busca en esto una prohibición ni le gusta que esté librado al azar; siempre prefiere que el Estado regule un poco”.
Germano, que ha coordinado campañas de este tenor a nivel municipal, provincial y nacional, opinó que en el alto nivel de adhesión a que se sumen aplicaciones tecnológcas a la movilidad, sea cual sea, “juega mucho el hecho de que a quienes han usado estas aplicaciones les ha ido bien; la experiencia positiva del usuario siempre tiene que ver”.
En el relevamiento de opinión de Isonomía se remarca la cuestión de la seguridad: “Cuando se piden aplicaciones por medio de celular, el 80 por ciento considera que son más seguras para cuando se sale de noche y el 90 por ciento cree que son más seguras para las mujeres. Entonces, la percepción es lo que avala a estas aplicaciones, y más: el trabajador urbano prefiere más servicio público de transporte y no privado, y la gente que usa Uber lo hace como complemento, para llegar a donde no lo hace el transporte público, lo que permite imaginar que un Estado inteligente podría regular y complementar ambos servicios”.