Lo aseguró Josefa, habitante del barrio desde 1983. “Desde hace dos semanas, todos los días hay tiros”. La mujer dijo creer que la razón de la indescriptible violencia está en la disputa de territorios por el reparto de drogas.
La violencia despiadada que se hizo carne desde hace mucho tiempo en Rosario se expresó con toda la furia ayer, en el barrio 7 de Septiembre, donde una balacera indiscriminada tronchó la vida de dos jóvenes y dejó a otro en estado grave.
Josefa, vecina del barrio que vive a dos casas de donde se consumó el hecho, aseveró que el distrito “está embromado. Vivo a dos casas de donde sucedió esto. Desde hace dos semanas, todos los días o día por medio hay tiros. Ahora hoy les tocó a estos chicos que son laburantes pero le pudo pasar a cualquiera; por ejemplo, a mi nieto, que jugaba a la pelota en la plaza y se metió en su casa 10 minutos antes”.
“Estamos consternados pero también indignados”, confesó, “porque dicen que estos chicos andaban en la droga y no era así. Eran laburantes y de buena familia, igual que el que qedó herido; se sentaban todos los días a tomar una gaseosa o una cerveza, a charlar, a bromear. Incluso, la esposa de uno estaba embarazada. Tiene qeu haber sido un error terrible”.
“Vivo desde 1983 acá y hace 12 años que el barrio no es el mismo”, refrendó Josefa. “Creo que hay disputa de territorio por el reparto de droga. El sábado también hubo tiros, en la otra cuadra donde hay un colegio. No somos dueños de sentarnos en la plaza a tomar mate; no podemos hacer ni un mandado”.
La mujer apuntó al sistema legal más que a las fuerzas del orden: “Por lo que se escucha, hay dos bandas o más, y desde hace rato. Están en las esquinas vendiendo droga; los policías vienen y se los llevan, pero la realidad es que no terminan de hacer el papeleo que los delincuentes ya están afuera otra vez”.
Ante la sugerencia de realizar una marcha o una petición mancomunada, la señora recordó: “Ya hicimos varias manifestaciones. Un año atrás pasó algo parecido en el mismo lugar; se hizo una concentración en la comisaría 2 y se habló con el comisario, pero son los jueces los que no hacen nada”.
La conclusión de Josefa fue el resumen de una circunstancia dolorosa en extremo: “No sabemos qué vamos a hacer. No puedo explicarlo; es desesperante”.