Carlos Achetoni, titular de Federación Agraria, dijo no encontrar explicación al sostenimiento de la medida, habida cuenta de que el precio al consumidor se elevó y que el país pierde ingreso de divisas.
Ayer hubo una reunión entre productores enrolados entre empresarios relacionados con la producción y venta de carnes y los ministros de la Nación Matías Kulfas (de Desarrollo Productivo) y Luis Basterra (de Agricultura), en la que entre otras cuestiones, se debatió una vez más acerca de la aplicación del cupo para las exportaciones de carnes argentinas, aún cuando ante su anuncio, las autoridades manifestaron que sería de carácter temporal.
Transitoria o para siempre, para Carlos Achetoni, titular de la Federación Agraria Argentina, la restricción es y será contraproducente: “El efecto en la góndola seguirá siendo el mismo (suba de precios); se resentirá la actividad primaria, poniendo en peligro el aprovisionamiento interno y para el exterior en los años venideros, y por otra parte, la privación de ingreso de divisas no tiene sentido, como tampoco, el riesgo de pérdida de puestos de trabajo, latente ante la posibilidad de cierre de frigoríficos”.
“Creímos que no sólo habría una flexibilización, sino que se retiraría el cupo y podríamos hablar de un plan ganadero de exportaciones abiertas”, confesó.
El por qué de la insistencia en la medida es “inexplicable”, para Achetoni, “excepto que haya un favoritismo para que algún sector consiga un precio internacional conveniente, cosa que no puedo testimoniar”.
En resumen, pese a que la restricción sobre las ventas al exterior apuntaba a conseguir la disminución del precio al consumidor, el mismo “aumentó; no mucho, pero aumentó. La inflación creció y, además, todos estos vaivenes con las exportaciones colaboraron con el incremento en los precios”.