Ricardo Alberto Martínez, el remisero acusado de haber participado del descuartizamiento el año pasado de María Rosa Ruglio, una jubilada de 73 años, cuyos restos fueron hallados en el arroyo Saladillo, declarará hoy ante la Justicia tras presentarse ayer de manera espontánea en el Centro de Justicia Penal de Rosario.
Martínez fue mencionado el lunes en una declaración judicial por Marcelo Alberto Fernández, acusado por la fiscalía junto a su pareja Josefa Richarte Carrasco por haber asesinado a Ruglio en febrero del 2020. El encargado de hacer desaparecer el cuerpo, según el acusado, fue Martínez, un amigo que solía pasar por su casa.
Según contó el fiscal Adrián Spelta, a cargo de la causa, “en febrero del año pasado ya lo habíamos allanado porque él (Martínez) estaba ocupando el domicilio del autor material en un Fonavi de zona sur”. “Él manifestó ser ajeno a todo, se hicieron medidas con laboratorio en el lugar pero no había vínculo directo con el hecho. Ahora el que decidió declarar es el autor material, el señor Fernández, confesó el hecho y manifestó que la parte en la que se quisieron desprender del cuerpo la hizo en compañía de esta persona, del remisero de apellido Martínez”, comentó.
“A raíz de eso lo allanamos en los domicilios que teníamos, no estaba en ninguno de los dos, y se presentó en el día de ayer y hoy va a declarar”, agregó.
Sobre los motivos del hecho, Spelta contó que el autor material lo que dice es que la noche del crimen comenzó a discutir con la señora por un negocio, una verdulería, que tenían en común y se le fue la mano, la agarró del cuello y eso provocó que termine falleciendo por asfixia. “Lo más llamativo es lo que hacen después: para desprenderse del cuerpo lo colocaron en ocho bolsas distintas desparramándolo a lo largo de todo el arroyo Saladillo, la verdad es que es algo que no se ve todos los días”, analizó.
“La conducta encuadraría igual que con los otros dos porque si lo planificaron y lo armaron el delito es el mismo. Si el participa con posterioridad al homicidio es un delito menor, de encubrimiento, pero por el momento entendemos que forma parte de todo el plan”, añadió.
Cabe recordar que primero aparecieron las partes del cuerpo flotando como una incógnita sobre el arroyo Saladillo. Al mes se estableció que ese cadáver trozado en siete partes pertenecía a María Isabel Ruglio, una docente jubilada de 73 años que vivió toda su vida en Uriburu al 500. Entonces la policía fue a su casa y detuvo un matrimonio que vivía con ella y atendía una verdulería en el frente. Un año y seis meses más tarde, cuando la pareja espera un juicio oral con pedido de prisión perpetua, Fernández pidió hablar ante un juez. “Yo esa noche estaba muy borracho. Empezó una discusión, ella agarró un cuchillo. Yo la agarré del cuello y se me fue la mano. Nunca la quise matar”, confesó en una audiencia sobre un caso en el que el misterio parece aclararse en etapas.
En el mismo acto desligó a su esposa, Josefa Richarte Carrasco, una española que también está presa, de quien dijo que nunca estuvo al tanto de lo ocurrido. Y confió que contó con la ayuda de un tercero que se ocupó de descuartizar a la víctima y hacerla desaparecer a cambio de un departamento de su propiedad, ese tercero es el remisero que se entregó el jueves.