Dos criminales cortaron la vía con adoquines, y pese a haber despojado de todo a los ocupantes de un auto, gatillaron sobre uno de ellos, aunque el proyectil no salió.
En la noche del sábado hubo un violento asalto en la autopista Rosario-Córdoba, a la altura del puente sobre calle Wilde, donde debía – por disposición de seguridad que data de hace tiempo – haber estado un patrullero, pero que no se encontraba allí.
Gustavo Calamari, padre de uno de los jóvenes que fueron víctimas del hecho, contó: “Mi hijo, como todo pibe de 19 años, salió a eso de la hora 21:30 / 21:45 junto a dos amigos rumbo a Rosario para una cena. Al llegar a Wilde se encontraron con adoquines que cruzaban todo el ancho de las dos manos de la autopista, además de que a los costados había fierros para que no pudieran esquivarse los adoquines”.
El auto en el que iban “rompió la cubierta delantera derecha y paró. Al detenerse, llegaron dos asesinos, uno con cuchillo y otro con arma de fuego, y después de despojarlos de todo (mochilas, camperas, celulares), le apuntaron a mi hijo, le gatillaron, pero la bala no salió”, continuó Gustavo.
“Mi hijo y sus amigos quedaron en la oscuridad hasta que vino un matrimonio en una KIA gris – quisiera saber quiénes son para agradecerles -, que llamó a la policía pero los robaron a ellos también”, agregó.
“Llegó la policía de Funes y calmó a los chicos y los llevaron a la subcomisaría 22, pero ésta es una tapera, con paredes pintadas con carbón, sin ventanas. Y los tuvieron hasta las 2 de la mañana en la vereda, pasando frío, porque les habían robado las camperas. Fue todo un destrato”, reclamó.
“Cuando volvimos a casa se me vino a la cabeza el caso de Joaquín (Pérez, el joven asesinado en Arroyito en octubre del año pasado). Estamos a merced de la suerte y no vivimos; estamos timbeando. Contra Joaquín sí salió la bala y contra mi hijo no; ésa fue la única diferencia. Y pienso que somos muy mansos, porque nos quedamos en las estadísticas que no devuelven vidas; lo único que hacen es mostrar lo mal que trabajamos”.
“Papá, vi la muerte”, dijo el hijo de Gustavo. “Me gatilló y yo le había dado todo”. Ante el padecimiento de su muchacho, Gustavo afirmó: “Corremos detrás de la realidad; trabajamos sobre las consecuencias pero no nos ocupamos de las causas. Esa autopista es continuación de Pellegrini pero no la tenemos iluminada. Y hace falta que se ilumine”.
“Es complejo el sistema y nos damos cuenta cuando nos ocurren las cosas. Todos vemos el desarrollo que tiene Funes, pero ¿con qué infraestructura? Qué cara sale la toma de decisiones en este país”, lamentó.