Se llama Débora Ferrari y el viaje de estudios fue hecho en diciembre de 2015. Para la ley, no hay prescripción.
Débora Ferrari es una joven de la ciudad de Arequito que denunció en fiscalía de Rosario, donde vive, un hecho de abuso sexual sufrido años atrás en su viaje de egresados, que tuvo lugar en diciembre de 2015, y a manos de un joven oriundo de Bombal.
“Viajamos con una empresa muy reconocida que reunió a chicos de distintas localidades cercanas”, inició su relato Débora. “Conocí a este chico con quien compartí micro, hotel, excursiones. Una noche, en un boliche, tomé dos vasos de champán, que los compró otra persona por mí porque no se vendía alcohol a menores. No sé cómo terminé en un estado de ebriedad muy grave. Este chico me acompañó al hotel; en el trayecto me caí varias veces, y en la recepción me equivoqué al pedir la tarjeta para entrar a la habitación, por lo que él la pidió por mí”.
“Creo que en el ascensor no pasó nada, pero cuando entramos me di cuenta de que estábamos en su habitación, que era contigua a la mía. Vomité en un balde que estaba al lado del inodoro y me desmayé. Desperté a las ocho de la mañana, en mi cama, sin bombacha y con una de mis amigas tratando de explicarme lo que había sucedido. Ellas no sabían que yo no había dado mi consentimiento. Literalmente estaba desmayada”.
“A las 9 de la mañana nos llamaron los coordinadores para ir al Cerro Catedral. Una de mis amigas le preguntó a este chico qué había pasado y él contestó que habíamos tenido relaciones sexuales. Por la vergüenza, me descompuse en el micro, por lo que un coordinador me llevó al hospital del cerro, donde me inyectaron suero y Buscapina y me dijeron que había sufrido un coma alcohólico. De ahí en más, me perdí casi todas las salidas y las excursiones”.
“Mis viejos hicieron un esfuerzo enorme para pagarme el viaje y, la volver, me recibieron con una sonrisa grandota; entonces, no quise darles una noticia tan horrible, y además, yo no había procesado lo que me había pasado”, admitió.
“Un año después me crucé dos veces con un amigo de este chico, en un boliche de Casilda y en otro de Rosario, y me dijo que tenía fotos íntimas mías, descriptas con morbosidad. Con el tiempo me di cuenta de que había sufrido una violación, y llegaron las enfermedades: hoy padezco ansiedad y depresión, y tuve pánico social (ni siquiera pudiera salir a sacar la basura) y parálisis del sueño. Me despertaba y atinaba a ver si tenía mi bombacha puesta, y hasta me oriné un par de veces en la cama”, confesó entre lágrimas.
“En este momento estpy en tratamiento psiquiátrico con Clonazepan y Sertralina. Revivir esto no me hace bien, pero me decidí a contarlo el 8 de marzo pasado, durante la marcha (del Día Internacional de la Mujer), y cuando lo publiqué en Instagram, me llegaron un montón de mensajes dándome fuerzas, contándome casos similares, y eso me alentó a hacer la denuncia”.
El plazo de prescripción de un caso como éste es de 10 años. Pasaron siete. La denuncia está en manos de la fiscal. “Estoy a disposición de cualquiera que quiera conversar conmigo. Y a quien vaya de viaje de egresados a Bariloche, le digo que lo disfrute. No hacen falta el alcohol ni nada”.