La religiosa franciscana lucho contra una larga enfermedad, Tenía 71 años.
Está madrugada dejo de existir en la ciudad que la hizo propia, en la cual fundó la Misión Franciscana María Madre de la Esperanza en el barrio Empalme Graneros.
El viejo basural de Empalme fue testigo de la creación, a pulmón, de un barrio construido con el amor y la solidaridad de los rosarinos, que no dudaron en apoyar la obra de la tan querida Hermanita María.
Su obra se consolidó con su figura emblemática, su ejemplo de sacrificio y trabajo por los más necesitados.
Fiel devota de San Francisco de Asís que, según sus propias palabras, la iluminaba todos los días, llevo adelante la difícil tarea de luchar por los que menos tienen, los más desprotegidos.
En los últimos años también dio una lucha desigual contra el narcotráfico, que creció exponencialmente en la zona.
Su trabajo trascendió fronteras, contando con fieles seguidores en todas partes del mundo. Italianos, estadounidenses, alemanes y bolivianos fueron parte de sus obras en Argentina y Estados Unidos.
Hoy su misión será encaminada por sus fieles seguidores, que a diario atienden la difícil situación del barrio.
La institución cuenta con jardín de infantes, escuela primaria, escuela de oficios, comedor comunitario y una capilla.
La Iglesia, en todos sus estamentos, y el estado acompañaron a la hermana desde su llegad de Italia en los años 90, apuntalando la ardua tarea de asistir a miles de personas.
Más de 17.000 personas viven el predio, que gracias a su voluntad a y la de los rosarinos, se transformó en un lugar que la historia seguramente escribirá como el barrio de la esperanza.