El chico que fue trasplantado de hígado el 10 de mayo pasado evolucionó de la mejor manera y dejará hoy el Sanatorio de Niños para regresar a su casa de Funes.
Una noticia acerca de un protagonista que se hizo conocido hace no más de dos semanas vuelve a conmover, pero esta vez, para bien: Pablo, el nene de ocho que fue trasplantado de hígado con urgencia, cuando no había otra posibilidad de salvar su vida, recibirá en el mediodía de hoy el alta médica, lo cual le permitirá dejar el Sanatorio de Niños – donde fue operado y cumplió con el posoperatorio – y volver a su casa.
“Pablo evolucionó muy bien, mejor que lo esperado, y dada esa evolución y los parámetros de laboratorio que mejoran a diario, no vemos razón para que siga internado. Propusimos que vuelva a su casa y seguir con los controles en forma ambulatoria”, explicó Alejandro Costaguta, jefe de la Unidad de Hígado y Trasplante Hepático del sanatorio. “Estamos completando las indicaciones y chequeando que todos los medicaments estén en condiciones para que pueda irse a su casa, la cual cumple con las condiciones necesarias para un postrasplante inmediato y donde deberá cuidar su alimentación, aunque nada de eso es imposible”.
El proceso de implante del órgano se inició hace exactamente 15 días, cuando Pablo fue ingresado a lista de emergencia nacional por su condición crítica: estaba en coma y necesitaba asistencia respiratoria mecánica para sostener sus funciones vitales. Dos días después, Incucai (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante) informó a los médicos que había un donante en La Pampa, y como los profesionales estuvieron de acuerdo en recibir el órgano, se procedió al traslado del mismo hacia Rosario, donde el martes 10 de mayo se hizo el trasplante. “Pablo salió de quirófano como a las seis de la tarde y a partir de allí todo fue más fácil, porque él fue mejorando diariamente hasta hoy, cuando podemos darle el alta”, comentó el doctor. “Está mirando videos de YouTube y se alimenta como cualquier chico: hoy tomó su desayuno con vainillas; o sea, está haciendo vida normal”, graficó.
“En estos casos hay que movilizar un equipo gigantesco, conformado por gente que no logra el reconocimiento que merece y que son más de cien personas. Es un trabajo colosal coordinar todo eso y cuando uno ve el éxito se da cuenta de que vale la pena”, expresó Alejandro, e hizo mención a la atención que recibió el chico antes de ser sometido a la cirugía. “Pablo no tene obra social pero fue atendido en forma brillante por la salud pública, tanto en el efector de Funes como en el Hospital de Niños Zona Norte. Este proceso es un gran ejemplo de cómo pueden articularse los sectores público y privado de salud”.