Referentes de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina y el Sindicato de Prensa Rosario se reunieron en esta mañana, en plaza Pringles, frente a la placa que recuerda al fotógrafo asesinado el 25 de enero de 1997.
“Hoy se cumplen 26 años del brutal asesinato a José Luis Cabezas, y enfatizo lo brutal, porque también hay allí un mensaje de corte simbólico”, señaló Juan Pablo Sarkissian, integrante del Sindicato de Prensa Rosario, al móvil de LT8.
Asimismo, afirmó que “Lo recordamos en dos registros, uno, como parte de la historia que se debe contar, sobre todo a los más jóvenes, a los pibes y pibas, porque José Luis ya es historia. Por otro lado, hay que reflejar la impunidad del hecho. El por qué asesinaron a Cabezas tiene que ver con haber cumplido su tarea periodística, la responsabilidad social de mostrar cosas, que el poder político, empresarial, de los grupos concentrados, trataban de ocultar. Eso fue un inicio de los discursos de odio, José Luis fue silenciado, en aquél momento, los discursos del odio se materializaron asesinándolo”.
En tal sentido, Sarkissian puntualizó “Venimos en este homenaje, a reivindicar la responsabilidad social y el trabajo periodístico de los reporteros gráficos, y recuperar la historia, para contarla al resto de la sociedad”.
José Luis Cabezas, trabajaba como reportero gráfico de la Revista Noticias. Mostró por primera vez el rostro de Alfredo Yabrán, empresario y socio privilegiado del menemismo, en las playas de Pinamar, en 1997.
El comunicado del Sindicato de Prensa de Rosario y la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina, destaca que “El 25 de enero de 1997 se envió un mensaje disciplinador a toda la sociedad, que aún continúa vigente, para cualquiera que osara incomodar a los dueños del poder, cuya deliberada invisibilidad les permitía operar cómoda e impunemente. Aquellas condiciones no podían ser jaqueadas de ningún modo. Asesinato atroz en su doble impacto: Simbólico e instrumental. Cabezas fue brutalmente golpeado, recibió dos tiros en la cabeza y su cuerpo fue calcinado en una cava de General Madariaga, cerca de Pinamar. En la forma también existe un mensaje”.
“Ese poder no ha parado de crecer. Hoy es un entramado robusto, hiperconcentrado, donde lo económico, lo financiero, lo judicial y lo mediático se conjugan mucho más orgánicamente. Su objetivo sigue siendo el mismo, pero sus estrategias están adaptadas a los tiempos que corren. El desarrollo tecnológico y de los dispositivos de la información universalizan algunos aspectos, pero sobre todo en tiempos de la enorme concentración comunicacional, con más o menos vuelo discursivo, se construye el relato único y las campañas de desinformación que disuelven al instante cualquier mirada que responsabilice al poder real por los derechos vulnerados a tantos argentinos. La capacidad para sesgar información, manipular datos y espectacularizarlos a través de la voz de quienes se prestan a la mentira y a la deformación de los hechos, no tiene que ver con los conceptos de libertad de expresión y derecho a la comunicación que consagran los pactos internacionales. Tampoco con la responsabilidad social del trabajo periodístico que en buena parte perdió hasta la capacidad de utilizar sus herramientas básicas, como la de repreguntar sin complacencias”.
Por último, indicaron que “Recordar a Cabezas es defender el valor indispensable del trabajo periodístico en una sociedad tan mediatizada como desinformada, es bregar por el compromiso y la responsabilidad profesional, es luchar por un sistema de medios plural, equilibrado y diverso que sólo podrá garantizar el Estado a través de políticas públicas que construyan democracia informativa”.
“Es también defender el derecho impostergable de toda la ciudadanía a la información. Recordar a Cabezas es exigir justicia real, es gritar ¡Basta de impunidad!, una condición de la que gozan, entre tantos otros, los miembros del poder hegemónico que utilizaron, en el pasado reciente, las estructuras del Estado para especular, negociar, robar, espiar, e invocar sin medias tintas el deseo de una Gestapo sindical para perseguir, encarcelar y vulnerar los derechos más elementales de los trabajadores y de los distintos sectores de nuestro pueblo. Recordar a Cabezas es entender que su asesinato es la materialización más brutal de los hoy llamamos ‘discurso de odio’. Por eso ¡no nos olvidamos de Cabezas! ¡Cabezas presente! ¡hoy y siempre!”.
Fuente Entrevista/ móvil de LT8- Asociación de Reporteros Gráficos y Sindicato de Prensa Rosario.
Redacción A.D.
Twitter @andreagditoro
———–